Frederick Russell Burnham
Frederick Russell Burnham, DSO (Orden de los Servicios Distinguidos), nació el 11 de mayo de 1861 en Tivoli, Minnesota, EE. UU., dentro de territorio sioux, y murió en Santa Bárbara, California, el 1 de septiembre de 1947, a los 86 años de edad.
Fue un explorador americano y aventurero que viajó por todo el mundo, bien conocido por sus servicios prestados al Ejército Británico en la guerra colonial de África y por haber enseñado “woodcraft” (habilidades para desenvolverse en el campo) a Robert Baden-Powell, llegando a ser de este modo, una de las inspiraciones para la fundación del Movimiento Scout Internacional. Burnham tenía poca educación formal, pues asistió al instituto de secundaria pero nunca se graduó. Comenzó su carrera a los 14 años en el “American Southwest” (el proyecto de unión ferroviaria entre la costa Oeste y la Este, desde Lousiana a San Diego, pasando por Texas), como explorador y rastreador del Ejército de los Estados Unidos en las guerras con los Apache y Cheyennes. Cuando sintió que el Viejo Oeste se estaba volviendo demasiado “insulso” para él, Burnham, ya de adulto, viajó hasta África donde su experiencia le resultó muy útil. Pronto llegó a ser Oficial del Ejército Británico, sirviendo en varias batallas allí. Durante esta época trabó amistad con Baden-Powell, y le traspasó sus conocimientos tanto sobre exploración como sobre el espíritu de lo que más tarde se conocería como Escultismo. Finalmente Burnham seguiría su camino, que le llevaría al espionaje, el petróleo, la conservación, la escritura y los negocios. Sus descendientes siguen activos dentro del Movimiento Scout.
LOS PRIMEROS AÑOS Burnham nació en el seno de una familia de misioneros junto a una Reserva India de Tivoli, Minnesota. Su padre, Edwin Otway Burnham, era de Kentucky mientras que su madre, Rebecca Elisabeth Russell Burnham, había emigrado a América desde Inglaterra. Siendo muy pequeño (no más de 2 años) fue testigo del incendio de New Ulm, Minnesota, a mano de los guerreros Sioux de Taoyateduta (“Pequeño Cuervo”), durante la Guerra Dakota de 1862. Durante la revuelta, su madre lo escondió en una cesta de mazorcas verdes de maíz y se dio a la fuga. Cuando los Sioux se marcharon, la madre regresó y encontró la casa totalmente quemada. Su pequeño sin embargo seguía sano y salvo, y dormido en la canasta, protegido sólo por las mazorcas. El joven Burnham asistió a la escuela en Iowa y allí conoció a Blanche Blick, quien más tarde llegaría a ser su esposa. En 1870 su familia se mudó a Los Ángeles. Su padre, el Reverendo Burnham, pionero y misionero en la frontera de la Reserva India de Ho Chunk, murió dos años después, cuando Burnham tenía sólo 12 años. Mientras su madre y su hermano menor de 3 años, Howard, regresaron a Iowa, el joven Burnham decidió quedarse en California y abrirse su propio camino. Durante los tres años siguientes, trabajó como mensajero a caballo para la “Western Union Telegraph Company” en California y Arizona. En una ocasión Tiburcio Vasquez, un famoso bandido californiano, le robó el caballo. A la edad de 14 años, comenzó su vida de explorador y rastreador de indios durante las Guerras Apache. Viajó por el Norte de México y el Oeste Americano, incluyendo Texas y Oklahoma, ganándose la vida como cazador de búfalos, vaquero y minero, y continuó trabajando como explorador y rastreador en las Guerras Cheyenne. Finalmente el joven Burnham empezó a asistir al Instituto en California, pero nunca llegó a graduarse. En 1882 volvió a Arizona y fue nombrado Sheriff interino del Condado de Pinal, pero pronto continuó con sus intereses ganaderos y mineros. Se alistó en el bando perdedor de las denominadas “Guerras Tonto Basin” (una gran disputa entre dos familias ganaderas), antes de que comenzaran las matanzas en masa, y se libró de morir por los pelos en Arizona. Regresó a Prescott, Iowa, para visitar a su amor de la infancia, Blanche, y ambos contrajeron matrimonio el 6 de Febrero de 1884. Ese mismo año se establecieron como agricultores de naranjos en Pasadena, California, pero en menos de un año volvió a sus actividades en la exploración y la minería. En la década del 1880, la prensa americana había popularizado la idea de que el Oeste había sido ocupado y que ya no quedaba nada por conquistar en los Estados Unidos. Esta idea cambiaría la vida de Burnham. Siendo siempre un soldado de fortuna, empezó a buscar la siguiente frontera inexplorada. Cuando se enteró de la labor de Cecil Rhodes y sus pioneros en la construcción del ferrocarril que debía unir El Cairo con Ciudad del Cabo, en África, Burnham vendió todo lo que tenía, y en 1893 partió navegando hacia Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, con su mujer y su hijo pequeño. Pronto se alistó en la Compañía Británica de Sudáfrica como explorador y guía. Burnham era hermano de Mather Howard Burnham, ingeniero de minas y espía, y primo segundo del Teniente Howard Mather Burnham, muerto durante la Guerra Civil americana. Miembro activo de la masonería, Burnham perteneció a la Logia 195, y ascendió hasta el 32º rango del Rito Escocés.
CARRERA MILITAR
La primera Guerra Matabele. El principal reto de Burnham en África llegó en 1893, cuando la Compañía Británica entró en contienda contra el Rey Matabele Lobengula. Leander Starr Jameson (el famoso “Doctor Jim”, uno de los más conocidos políticos coloniales) esperaba derrotar con rapidez a los Matabele capturando a Lobengula en la ciudad real de Bulawayo (en realidad era un poblado nativo, extenso, pero de chozas). Burnham y un pequeño grupo de exploradores fueron enviados en avanzada para informar de la situación en Bulawayo. Mientras se encontraban en la periferia de la ciudad, contemplaron como los Matabele prendían fuego y destruían todo lo que estaba a la vista. Cuando llegaron las tropas de los blancos, Lobengula y sus guerreros se habían dado a la fuga y no quedaba nada de la vieja Bulawayo.
La patrulla Shangani Tras encontrarse con el abandono de la ciudad, Jameson, envió a una columna de soldados con el fin de localizar y capturar a Lobengula. La columna, conducida por el Mayor Patrick Forbes, acampó en la orilla sur del Río Shangani, a unos 40 kilómetros al nordeste del poblado de Lupane, la tarde el 3 de Diciembre de 1893. Al día siguiente, avanzada la tarde, se envió a una docena de hombres bajo el mando del Mayor Allan Wilson a cruzar el río con el fin de patrullar la zona. La patrulla Wilson se tropezó con un grupo de mujeres y niños Matabele que decían conocer el paradero de Lobengula. Burnham, que servía como jefe de exploradores de la patrulla, presintió que se trataba de una trampa y aconsejó a Wilson que se retirara, pero Wilson ordenó avanzar a su patrulla. Poco después, la patrulla encontró al Rey y Wilson envío un mensaje a la retaguardia solicitando refuerzos. Sin embargo, Forbes, no quería cruzar el río en la oscuridad, por lo que envió tan sólo 20 hombres más, bajo el mando de Henry Borrow, con el fin de reforzar a la patrulla de Wilson. Forbes tenía la intención de hacer cruzar el río al grueso de las tropas y de la artillería a la mañana siguiente. No obstante, la columna principal cayó en una emboscada de los Matabele y se retrasó. La patrulla Wilson fue atacada, pero el Río Shangani había crecido y no había posibilidad de retirada. En plena desesperación, Wilson envió a Burnham y otros dos exploradores, Pearl “Pete” Ingram (un vaquero de Montana) y William Gooding (un australiano), a cruzar el río, encontrar a Forbes, y traer los refuerzos. En lugar de aguardar la lluvia de balas y lanzas, los tres llegaron hasta Forbes, pero la batalla que éstos mantenían era tan intensa como la que habían dejado atrás, y no había esperanza de que nadie llegara hasta Wilson a tiempo. Mientras Burnham cargaba su rifle para hacer retroceder a los guerreros Matabele, le dijo en voz baja a Forbes: “creo que seremos los únicos supervivientes de esa partida”. Wilson, Borrow, y sus hombres fueron totalmente rodeados por cientos de guerreros Matabeles. La huída fue imposible y fueron masacrados. La historia colonial de Rhodesia la llamó “la Patrulla Shangani”, y ensalzó a Wilson y Borrow como héroes nacionales. Por sus servicios durante la guerra, Burnham fue obsequiado con la Medalla de la Compañía Británica de Sudáfrica, un reloj de oro y una extensión de 300 acres (120 hectáreas) de tierra en Matabelelandia. Fue allí donde descubrió muchos restos arqueológicos entre las enormes ruinas graníticas de la antigua civilización del Gran Zimbabwe.
La Exploración del Norte de Rhodesia. En 1895, Burham partió con el fin de supervisar y guiar la gran expedición de exploración de los Territorios del Norte, para la Compañía Británica de Sudáfrica, la cual constató por primera vez que existían grandes depósitos de cobre en el Noreste de Rhodesia. A lo largo del Río Kafue, al Noreste, Burnham vio grandes similitudes con los depósitos de cobre en los que había trabajado en los Estados Unidos, y se percató de que los nativos locales llevaban brazaletes de cobre. Sus expediciones en Rhodesia fueron tan importantes que la Real Sociedad Geográfica (el Instituto Geográfico Británico) lo nombró Miembro Honorario. Más adelante, la Compañían Británica de Sudáfrica levantó las ciudades mineras del cinturón del cobre y un ferrocarril para transportarlo a través de Mozambique.
La Segunda Guerra Matabele En Marzo de 1896, los Matabele se rebelaron de nuevo contra la autoridad de la Compañía Británica de Sudáfrica y lo que se conoce ahora como “Primera Guerra de la Independencia” de Zimbabwe. El Mlimo, deidad que hablaba a través de oráculos o sacerdotes, y que eran los líderes espirituales de los Matabele (a pesar de que se habla de “Mlimos” como si fuesen varios, en realidad el Mlimo es una única deidad, aunque hablaba por boca de varios sacerdotes. Esto condujo a confusión ya que vulgarmente se hablaba del “Mlimo” cuando se referían a cualquiera de aquellos sacerdotes), sembró mucha de la discordia que llevó a esta confrontación. Las defensas de Matabelelandia estaban totalmente desorganizadas debido a la malograda Expedición Jameson, y sólo en los primeros meses de la guerra murieron centenares de colonos blancos. Con pocas tropas que les apoyasen, los colonos pronto construyeron ellos mismos una fortificación móvil (con los carromatos) en el centro de Bulawayo, y establecieron patrullas bajo el mando de personalidades como Burnham, Baden-Powell o Selous. Y se estima que unos 50.000 Matabeles se retiraron hasta su bastión situado en las Colinas Matopo, cerca de Bulawayo, una región que sería escenario de los más fieros combates contra las patrullas de colonos blancos.
El asesinato del Mlimo. El momento clave de la guerra llegó cuando Burnham y un joven explorador llamado Bonar Armstrong, encontraron un paso a través de las Montañas Matopo que conducía hasta la cueva en la que estaba escondido el Mlimo, el sacerdote a través del cual hablaba la deidad. No lejos de la cueva había un poblado de unas 100 cabañas con muchos guerreros. Los dos exploradores ataron sus monturas a un matorral y se arrastraron sobre sus barrigas, controlando sus movimientos lentos y cautelosos mediante ramitas con las que tanteaban delante de ellos. Una vez en el interior de la cueva, esperaron hasta que entró el Mlimo. Se decía que era un hombre unos 60 años, de piel muy oscura y rasgos elegantes. Los diarios americanos de la época los describieron como de mirada astuta y cruel. Burnham y Amstrong esperaron hasta que el Mlimo entró en la cueva y empezó a realizar su danza de la inmunidad, momento en el que Burnham disparó al Mlimo justo bajo el corazón. Los dos exploradores saltaron entonces sobre el muerto y corrieron hacia sus caballos. Cientos de guerreros, acampados en los alrededores, tomaron sus armas y salieron en persecución de los asaltantes. Con el fin de distraer a los Matabele, Burnham prendió fuego al poblado. Los dos hombres subieron a sus caballos y cabalgaron de regreso a Bulawayo. Poco después de que se conociese el asesinato del Mlimo, Cecil Rhodes se introdujo caminando, desarmado y con valentía, en el interior del bastión Ndebele de las Colinas Matopo y convenció al ejército nativo para que depusiese sus armas, dando fin de esta manera a la Segunda Guerra Matabele.
La Fiebre del Oro de Klondike Con la guerra Matabele acabada, Burnham decidió que ya era hora de dejar África y buscar otras aventuras. La familia regresó a California donde Burnham dejó a su mujer y su hijo pequeño Bruce. Poco después, él y su hijo mayor Roderick, que tenía entonces 12 años, viajaron hasta Alaska y el Yukón para realizar prospecciones durante la fiebre del oro del Klondike. Al enterarse de la Guerra Hispano-Americana, Burnham corrió a alistarse voluntario, pero antes de que pudiese llegar a la lucha, la guerra ya había acabado prácticamente. Entonces regresó al Klondike. El Coronel Theodore Roosevelt, lo lamentó tanto como Burnham y le rindió un gran tributo en su libro.
Segunda Guerra Boer En Enero de 1900, mientras hacía prospecciones mineras en Skagway, Alaska, Burnham recibió el siguiente telegrama: “Lord Roberts le señala a Vd para su equipo personal como Jefe de Exploradores. Si acepta, venga en seguida lo más rápido posible”. Aunque Ciudad del Cabo está al otro lado del globo terráqueo de Klondike, partió en menos de una hora. Llegaría al frente justo antes de la Batalla de Paardeberg. Durante la guerra, Burnham pasó mucho tiempo tras las líneas Boers, recogiendo información y volando carreteras y puentes de ferrocarril. Fue capturado dos veces y ambas escapó, pero quedó fuera de servicio durante un tiempo debido a sus heridas casi fatales. En un ascenso bastante inusual para un extranjero, Lord Roberts le dio un nombramiento oficial y el rango de Capitán. Burnham fue capturado por primera vez mientras intentaba advertir a una columna británica que se aproximaba a Thaba’Nchu. Tropezó con un grupo de Boers escondidos en las riberas del río, hacia el cual avanzaban los británicos. Cortado por su lado, Burnham decidió hacer señales a los soldados que se aproximaban, incluso aunque ello lo exponía a ser capturado. Con un pañuelo rojo, hizo señales a los soldados de que retrocedieran, pero la columna no se percató y caminó tranquilamente hacia la emboscada, mientras él fue hecho prisionero inmediatamente. En el combate que siguió, Burnham fingió recibir una herida en la rodilla. Cojeando ostensiblemente y quejándose de dolor, fue colocado en el vagón con los oficiales realmente heridos, y quienes, consecuentemente no eran bien vigilados. Más tarde, por la noche, Burnham se escurrió sobre el asiento del conductor, se dejó caer entre las dos ruedas del carro, se bajó a pulso y cayó sobre su espalda en el camino entre las patas de los bueyes. En un instante el carromato pasó sobre él sin dañarlo, y mientras todavía se levantaba el polvo del camino, rodó rápidamente hacia la zanja que había en el lateral de la carretera y se quedó inmóvil. Pasaron cuatro días antes de que fuese capaz de regresar a las líneas británicas, durante los cuales permaneció en medio de la sabana. Había logrado subsistir con un panecillo y dos puñados de harina de basto maíz africano. El 2 de Junio de 1900, durante la marcha británica hacia Pretoria, Burnham fue casi mortalmente herido. Había estado explorando en solitario hacia el este, tras las líneas enemigas, buscando un punto estrecho crítico a lo largo de la línea ferroviaria entre Pretoria y Delagoa Bay. Su objetivo era cortar el flujo de oro y suministros para los Boers, desde y hacia el mar y detener el transporte de prisioneros de guerra británicos desde Pretoria. Llegó a un paso subterráneo bajo un puente del ferrocarril, un lugar ideal para detener a los trenes, pero fue rodeado inmediatamente por una partida de Boers. Burnham huyó inmediatamente y casi había escapado cuando su caballo fue herido y cayó, golpeándose y quedando atrapado bajo el cuerpo muerto de su caballo y sin conocimiento. Cuando despertó horas más tarde, Burnham estaba solo y aturdido, y sufría graves heridas. A pesar de su dolor agónico, procedió heroicamente a regresar arrastrándose hacia la vía del ferrocarril, colocó las cargas y voló la línea por dos sitios. Luego gateó con las manos y las rodillas hasta un cercado vacío de animales con el fin de evitar su captura, y permaneció allí durante dos días y dos noches, sin conocimiento. Al día siguiente, Burnham escuchó el fragor de una batalla en la distancia, así que se arrastró hacia aquella dirección. Para entonces le daba igual la fuente de la que procedían los disparos, y por casualidad era una patrulla británica que lo encontró. Una vez en Pretoria los cirujanos descubrieron que Burnham se había hecho trizas los músculos abdominales y destrozado un vaso sanguíneo. Su supervivencia solo se debía al hecho de que no había comido ni bebido durante tres días. Las lesiones de Burnham era tan graves que Lord Roberts lo envió a Inglaterra. Dos días antes de partir hacia Londres, fue ascendido al rango de Mayor. A su llegada a Inglaterra se le ordenó asistir a una cena con la Reina Victoria, y pasar la noche en la Casa Osborne (residencia estival de la Familia Real británica). Unos pocos meses después, tras la muerte de la Reina, el Rey Eduardo VII galardonó personalmente a Burnham con la Medalla de la Reina de Sudáfrica, con cuatro barras, por las batallas de Driefontein (10 de marzo de 1900), Johannesburgo (31 de mayo de 1900), Paardeberg (17 al 26 de febrero de 1900), y Colonia del Cabo (del 11 de octubre de 1899 al 31 de mayo de 1902), unida a la Cruz de la Orden de los Servicios Distinguidos, la segunda mayor condecoración del Ejército Británico, por su heroísmo durante la “victoriosa” Marcha a Pretoria (del 2 al 5 de junio de 1900). Sin embargo recibió mayor recompensa que ningún otro norteamericano que sirviese en la Segunda Guerra Boer. Los soldados mejor preparados de Burnham durante la Segunda Guerra Boer fueron los Exploradores Lovat, del Regimiento Escocés de los Highlands, a quienes él describía como “mitad lobos, mitad liebres”. Esos exploradores estaban bien entrenados en las artes del tiro, habilidades de campo, y táctica. Tras la guerra, este regimiento continuó existiendo, llegando a ser la primera Unidad de francotiradores del Ejército Británico.
PADRE DEL ESCULTISMO Burnham era ya un famoso explorador cuando entabló amistad con Baden-Powell, durante la Segunda Guerra Matabele. Baden-Powell era un brillante explorador, un distinguido oficial de caballería, y reconocido como el mejor alanceador de jabalíes de la India. Durante el sitio de Bulawayo los dos hombres cabalgaron juntos, patrullando muchas veces por las colinas Matopo, y fue en esas colinas africanas donde Burnham enseñó a Baden-Powell las costumbres y métodos de los indígenas americanos, y le enseñó las habilidades y los conocimientos para desenvolverse en el bosque, el “woodcraft”. Tan impresionado estaba Baden-Powell por el espíritu explorador de Burnham que le contaba la gente cariñosamente que “le había exprimido” todo lo que podía contar. Fue allí donde Baden-Powell comenzó a llevar su personal sombrero de campaña Stetson (el “cuatro bollos”) y el pañuelo, por primera vez. Ambos se dieron cuenta de que las guerras estaban cambiando ostensiblemente y que el Ejército Británico debía adaptarse. Así, durante sus misiones conjuntas de exploración, Baden-Powell y Burnham discutieron sobre el concepto de un amplio programa de formación de los jóvenes en aquellas habilidades o woodcraft. Un programa rico en exploración, rastreo, trabajo de campo, y autoconfianza. En África, ningún explorador personalizaba aquellas cualidades mejor que Burnham. Mientras que Baden-Powell continuó afinando el concepto de Escultismo y se convertiría en el fundador del Movimiento Scout Internacional, a Burnham se le ha denominado el “padre del movimiento”. Más tarde Burnham llegón a ser buen amigo de otros implicados en el movimiento scout en los Estados Unidos, tales como Theodore Roosevelt, el Jefe Scout Ciudadano, Gifford Pinchot, el Jefe Scout de los Bosques. Los Boy Scouts de América (BSA), nombraron a Burnham “Scout Honorario” en 1927, y por sus destacados y extraordinarios servicios al Movimiento Scout, se le otorgó en 1936 la más alta condecoración dada por los BSA, el “Búfalo de Plata”. A lo largo de su vida permaneció activo en el escultismo de los Estados Unidos, tanto a nivel regional como nacional, y mantuvo una correspondencia regular con Baden-Powell sobre asuntos referentes al mismo. Burnham y Baden-Powell mantuvieron aquella sencilla e íntima amistad durante sus largas vidas. El sello sobre la correspondencia entre Burnham y Baden-Powell que se conserva en las Universidades de Yale y Stanford, expiró en el año 2000, y una vez más salió a la luz su genuina y profunda amistad y el amor de ambos por el escultismo. En 1931, Burnham leyó el discurso de la dedicatoria del Monte Baden-Powell, en California, a su viejo amigo explorador. Su amistad e igualdad de estatus en el mundo del escultismo y la conservación, se ha honrado con la dedicatoria en su honor de un pico adyacente, el Monte Burnham. Los descendientes de Burnham siguieron sus pasos y continúan activos en el escultismo y en el ejército. Su hijo Roderick se alistó en el Ejército de Tierra de los Estados Unidos y luchó en Francia durante la Primera Guerra Mundial. Su nieto, Frederick Russell Burnham II, fue dirigente de los BSA y un veterano de la Guerra de Vietnam. Su bisnieto, Russell Adam Burnham es un Eagle Scout (máximo rango de progresión en los BSA) y fue nombrado “Soldado del año del Ejército de Tierra” en 2003.
LOS AÑOS SIGUIENTES Tras la guerra, y después de recuperarse de sus heridas, Burnham trabajó en la oficina londinense del Sindicato Británico del África Oriental (Ghana). Partió después en expedición minera a dicho país en búsqueda de minerales y con el fin de mejorar la navegación fluvial y el transporte en el mismo. Continuó ligado con el mundo de las prospecciones, llegando a descubrir un lago de carbonato sódico en Tanzania. Después regresó a América, donde participó durante unos pocos años en el proyecto del Río Yaqui, en México. Se percató de que una presa bien ubicada podría transformar mucho territorio en ricos regadíos, y junto con varios amigos de sus años en África y otros colaboradores, comenzaron a adquirir grandes extensiones de tierra. Las revoluciones mexicanas y la prohibición del gobierno de vender terrenos a los extranjeros les obligarían a venderlas finalmente. No obstante hicieron en ellos importantes descubrimientos arqueológicos de la civilización Maya. Durante la Primera Guerra Mundial participó en el contraespionaje para los británicos mientras vivía en California. Trabajó en la organización y reclutamiento de hombres para una división voluntaria de infantería. En 1923 la fortuna le sonrió y encontró petróleo en Domínguez Hill, California. Su Compañía repartió más de 10,2 millones de dólares en dividendos. En el mundo de la política apoyó el programa de sus amigos conservadores Theodore Roosevelt y Gifford Pinchot. Fue un ávido cazador de caza mayor, especialmente en África, pero en sus últimos años centró sus esfuerzos en la protección de la naturaleza. Fue miembro fundador del Comité Americano para la Protección Internacional de la Vida Salvaje, y contribuyó a la creación de Reservas y Parques Estatales.
VIDA PERSONAL
Aspecto Burnham era un hombre bajito (1,62 m) y ligero, aunque musculoso y bronceado, y de mandíbula cuadrada. Poseía un aspecto juvenil del cual se aprovechó en numerosas ocasiones. Su principal característica eran sus ojos azul-grisáceos y su mirada, que según comentaban sus contemporáneos parecía fijarse en la persona a la vez que en todos los detalles de alrededor. Se decía que los ojos de Burnham poseían una visión lejana como la de aquellas personas cuya ocupación les hace mirar continuamente al mar o las grandes llanuras.
Particularidades No fumaba y raras veces bebía alcohol, pues temía que esos hábitos dañaran la agudeza de su sentido del olfato. Inventó maneras de mejorar su temple mental, hacía siestas recuperadoras en lugar de permitirse buenos sueños, y bebía muy poco líquido. Se entrenó para aguantar aquellas carencias con el fin de poder soportar las peores fatigas, el hambre, la sed y las heridas, de modo que cuando estuviese explorando o viajando por lugares en los que no hubiese agua, pudiera ser capaz de sobrevivir. En más de una ocasión lo hizo en circunstancias donde otros habrían, o de hecho habían, muerto de agotamiento. Para él, explorar era tan entrenable como tocar el piano, y se decía que podía leer los detalles de la naturaleza con la misma facilidad con la que la mayoría puede leer el periódico de la mañana. Era una persona bastante educada y cortés en relación a sus contemporáneos. Los informes lo describen como alguien que no era ni tímido ni cohibido, extremadamente modesto y que raras veces hablaba de sus muchas aventuras.
La familia Casado con Blanche Blick Burnham (1862-1939) de Nevada, Iowa, ésta le acompaño durantes sus primeros viajes por el suroeste americano y el sur de África. Tuvieron tres niños pero sólo sobrevivió uno. En los primeros años vigilaba tanto a sus niños como a sus animales con un rifle siempre a mano. En la oscuridad de la noche hubo de usar su rifle muchas veces contra hienas y leones, y durante el Sitio de Bulawayo, también contra los guerreros Ndebele. Varios miembros de la familia Blick se unieron a los Burnham en Rhodesia, mudándose con ellos a Inglaterra y regresando también a los Estados Unidos cerca de Tres Ríos, en California. Cuando su Compañía de Exploración le hizo rico en 1923, los Burnham se mudaron a una mansión de una nueva urbanización entonces en desarrollo y conocida como Hollywoodland ( que más tarde se acortó a “Hollywood”), y realizaron muchos viajes alrededor del mundo con todos los lujos. En 1939, Blanche sufrió un accidente cerebrovascular. Murió un mes después y fue enterrada en el cementerio de Tres Ríos. El primer hijo de Burnham, Roderick, nació en Pasadena, California y acompañó a la familia hasta África. Luego fue a Alaska con su padre y tras ello a una escuela militar en Francia. En 1904 ingresó en la Universidad de Berkeley pero lo dejó por una disputa con su entrenador de fútbol americano. Al año siguiente comenzó en la Universidad de Arizona y después siguió en la Universidad Tecnológica de Michigan, donde se hizo geólogo. En 1894 nació en Bulawayo su hija Nada, nombre zulú de Lily (nombre que tomó de uno de los libros de Rider Haggard, el famoso autor de las minas del Rey Salomón y quien dedicó tres de sus obras a la hija de Burnham), quien murió de hambre a los dos años de edad con motivo del asedio de la ciudad. Fue enterrada allí en el cementerio de los pioneros. El hijo menor de Burnham fue Bruce, quien nació en 1897 y murió en Londres, a los 5 años de edad, tras ahogarse accidentalmente en el Río Támesis.
Muerte Burnham murió de un fallo cardiaco a los 86 años, en 1947, en Santa Bárbara. Fue enterrado, en ceremonia privada, en el cementerio de Tres Ríos, California, junto a su viejo rancho de ganado “La Cuesta”. Su lápida fue diseñada por su único hijo superviviente, Roderick. También en dicho cementerio yacen su mujer, varios miembros de la familia Blick, su hijo Roderick, su nieta Martha y el vaquero de Montana “Pete” Ingram, quien sobrevivió junto a él a la masacre de la Patrulla Shangani.